Una historia de amor

Pesadilla en la calle Fuencarral

Abro los ojos a las tres de la mañana, sobresaltada. Algo no anda bien…

Con el hocico empujo la puerta que separa el salón y la cocina, mis dominios en las noches, de los cuartos donde, sumidos en un profundo sueño, descansan mis abuelitos. Mi mamá no está.

Lloriqueo quedamente y araño suavemente con las uñas, pero nadie me escucha. Intento acceder a la terraza a través del cuarto de estudio.

Cerrada a cal y canto. Puerta de cristal y la persiana bajada.

Bajo mis patas hay un trozo de césped sintético verde que es lo más parecido que encuentro a un césped natural, así que ese es el lugar que elijo para dar rienda suelta a mis más bajos instintos.

Dejo una caca líquida y apestosa en tan recóndito lugar y regreso a mis aposentos.

En la cocina dejo otra gran caca en mitad de los azulejos color blanco, en el salón otra. Y me echo, por fin, a dormir.

De madrugada vuelvo a sentir la intensa llamada de la naturaleza por lo que gimoteo para que alguien me saque a la calle.

Mi abuelita me oye y sale conmigo de inmediato, algo sorprendida al ver que la puerta está abierta.

En la calle intento repetir la operación en varias ocasiones, sin éxito. Solo en una de ellas logro deshacerme de unas gotas de líquido tan apestoso que el señor que está al lado leyendo el periódico se cambia de sitio, sin disimular una mueca de asco y una mirada, creo entrever, de admiración, por ser capaz de expeler un olor tan impresionante… Aunque sea impresionantemente nauseabundo. Intento aplacar el picor en esa zona restregándome contra el suelo de cemento de una de las calles más céntricas, concurridas y castizas de Madrid.

Al subir a casa una bofetada de hedor reconcentrado, aumentado por los efectos del calor nos recibe a mí y a mi abuelita, junto con la frase de mi abuelito: ¿¿¿Has visto lo que ha hecho Linda esta noche???

Tras una consulta con mi mamá, que está unos días en Barcelona y que dice que solo hago eso si estoy enferma, se desarrolla el drama que se pueden imaginar…

Como no está aquella a quien rindo pleitesía absoluta debido a mi convencimiento de que desobedecer no tiene ningún sentido –lo mismo que le pasa a sus estudiantes-, me tumbo en mitad de la calle apenas pongo la pata en ella, ante la atónita mirada de los transeúntes, sospechando a dónde me llevan. Una vez frente a la puerta con el cartel de «abierto» colgado delante, hago todo lo posible por escapar a mi destino. Incluso me echo delante para que no me puedan arrastrar de la correa y avanzo, cual culebra, en dirección contraria arrastrándome con mis patas delanteras.

Saldo de la operación: la segunda visita a esa señora tan amable, que me da galletas y a la que yo ignoro con dignidad de reina, en el plazo de un mes; otra dosis de desparasitante; y cuarenta y ocho horas de ayuno, esto último cortesía de mi mamá desde la distancia, que aplica conmigo los mismos criterios que con ella misma cada vez que tenía malestar estomacal durante su viaje en bicicleta por Asia.

Te lo aseguro, aunque no te lo creas a veces es difícil estar en mi piel…

9 comentarios sobre “Pesadilla en la calle Fuencarral

  1. Lindaaaaa que bueno volver a leerte y a tu mamá también, no se imaginan la alegría y el relax que traen a mi vida, cuando veo una historia de ustedes, mi cuerpo y mi mente se disponen a disfrutar de un divertido rato de lectura, abrazos y espero que estés mejor y que ambas disfruten su viaje… Ahhh y que aproveches a los abuelos para que te mimen mucho.

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    1. Wow, que ilusión, alegría y relax… ¡Ando dando saltos de saber que mis historias perrunas, incluso estas de terror, causan ese efecto entre mis fans! Muchas gracias por tus palabras, Olga Lucía, me ponen muy contenta.

      Te cuento que ya estoy mejor, y que estoy haciendo las delicias de mis abuelos estos días, episodios escatológicos aparte…

      ¡Te mando un gran lametón en la nariz y mi mamá un gran abrazo! 😛 🙂

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  2. Linda hermosa esperamos que ya estés recuperada y que esta «pesadilla» haya pasado…. Disfruta el verano con tu mamá y ojalá la próxima historia sea muy alegre!!

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    1. Hola Maríav,

      por suerte el episodio fue aislado y no se convirtió en una saga, por lo que mis próximas historias, no sé de qué serán, pero seguro no serán tan terroríficas.

      Muchas gracias por tus deseos, lo mismo para ti y…¡Hasta pronto! 😀 😛

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  3. Hola Linda y mama de Linda:
    mmmm ¿qué será que te hizo daño? ¿será el cambio de agua? ¿cómo sigues?

    Pobres abuelitos, sin saber que hacer contigo. No quisiera ser ellos limpiando ese pasto sintético con caca blandita jajajajaja

    Te dejo un saludito.

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    1. Hola tortuguita,

      pues ya mejoré meteóricamente después de mi ayuno y la memoria selectiva hace que ya olvidáramos todos tan penoso y terrorífico episodio 😛

      Un lametón grande para ti y para mi amigo el gasolinero 😀

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