Chascarrillos veterinarios · Una historia de amor

Santa Linda de los Llanos

El martes pasado, tras nuestra aparición televisiva, salimos a pasear por el barrio. Te parecerá de todo punto de vista increíble, pero nadie nos reconoció, ni hordas de periodistas se abalanzaron sobre nosotras para fotografiarnos. A la mañana siguiente mi mamá volvió a salir, por tanto, despeinada y en sudadera y ahí sí, una voz a mis torcidas espaldas exclamó, alborozada:

–¡¡¡Linda!!! ¡Hola Linda!–.

Me dirigí como flecha a lamer las manos de ese fan tan entusiasta, cuando mi mamá vio que se trataba de un amigo de mi papá Steven, en concreto, del arquitecto con el que estaban construyendo la casa Wounaan en Cuidad Bolívar y con el que pasamos toda una mañana grabando para su documental.

Pese a haberme convertido una celebridad nacional –aunque de momento nadie se hubiera dado cuenta–, te confieso que me sigo orinando, por lo que, celebridad y todo, tenía una cita ineludible con la doctora Olga, en la Clínica de pequeños animales, para revisión y evaluación de alternativas.

Lo que ocurrió aquel día supera, con creces, cualquier escena de película de terror que hayas podido imaginar…

Todavía tiemblo y boto puñados de pelo al recordarlo.

Me introdujeron en una sala fría y oscura presidida por un enorme aparato, de imposibles formas, del tamaño de una vaca descomunal. Por suerte, al ver que soy una perrita de armas tomar, con fobia al veterinario, hicieron entrar a mi mamá para acompañarme. Sin embargo, ni por esas conseguían hacerme salir de debajo de la mesa, y más cuando prendieron ese monstruo y comenzó a emitir gruñidos de ultratumba. Para rematar la puesta en escena, se colocaron unas túnicas negras, recubiertas de plomo, y unos cuellos, que parecían sacados de un monasterio ortodoxo o de “La Guerra de las Galaxias”.

(foto: rincondeloraro.blogspot.com)
(foto: rincondeloraro.blogspot.com)
(foto: garielberi.ge)
(foto: garielberi.ge)

Con semejante facha, mi mamá tuvo que emplear todas sus fuerzas para avanzar, dentro de ese pesado traje hacia mí y, además, alzarme hasta colocarme sobre la superficie de metal.

Entre tres personas –el radiólogo, Fausto (otro ayudante de la doctora), y ella–, intentaban colocarme en la posición que necesitaban para poder tomar una foto de mi columna. Con ella pretendían determinar si había alguna lesión que estuviera pinzando los nervios que controlan mis esfínteres que pudiera ser operable, o tratable de otra manera.

Fausto se encargaba de mi cabeza y patas delanteras, el torturador de mis patas traseras, y mi mamá intentaba poner mi columna lo más recta posible, así como mantenerme quieta a base de entonar canciones y susurrarme al oído.

Gracias a ello no tuvieron que dormirme.

Entonces se escuchó un pitido ensordecedor que me sacó bruscamente de mi estado de relajación inducido, cayéndome casi de la mesa.

Los señores desaparecieron unos instantes, para regresar sacudiendo la cabeza.

La radiografía había salido torcida. Había que repetir.

Todos seguían las instrucciones del radiólogo conteniendo la respiración:  –Fausto, más a la derecha, aguante firme; sumercé procure echarla un poquito más hacia acá… No, ahora más hacia allá–.

Mi mamá jadeaba del esfuerzo. Lo que le estaba pidiendo le parecía imposible, ni columna no permitía ese movimiento.

Y entonces: Biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiip. De nuevo ese horripilante sonido.

Mi mamá los escuchaba en la habitación contigua:

–No puede ser… ¡Si la sujetamos bien! Y fíjate en esta pata, madre mía, ¿cómo es posible?—.

Mi mamá escuchaba la conversación entrecortadamente. No entendía bien, pero alcanzaba a percibir que estaban alucinando con lo que veían como si tuvieran puestas unas gafas de 3D. Me dejó bajar y se acercó sigilosamente por detrás:

–¿Qué pasa?–.

–La espalda sale supertorcida, tenemos que repetirla–.

–¿Cómo que supertorcida? ¿Puedo ver? ¿Se refiere a esta curva?– decía señalando con el dedo la pantalla  –ahí sí, como no le rompamos la columna no hay nada que hacer… ¡Ella es así!– exclamó, soltando una carcajada –tiene tremenda escoliosis–.

Entonces nos hicieron pasar al consultorio, para valoración.

A la vista del cuadro de Picasso que tengo por cadera y de mi pata suelta, la doctora decía que nos debían canonizar a mi mamá y a mí. Yo me imaginaba igual que Santa Águeda, con mis ocho tetillas cortadas, expuestas en una bandeja, y preferí cederle el honor a mi mamá.

Yo me conformo con que me regalen una pata de marrano.

(foto: congregacionobispoaloishundal.blogspot.com)
(foto: congregacionobispoaloishundal.blogspot.com)

–¿No tienes algún amigo con finca?– sondeó delicadamente, al igual que antes había hecho Fausto y, en la visita anterior, Herbert –sería una buena opción para ella– afirmó, haciendo ver que mi problema es de difícil o muy difícil resolución, por lo que la mejor alternativa sería tener un hogar donde me pudiera orinar a gusto, sobre el pasto, siempre que mis esfínteres descontrolados quisieran.

–Mmmmmm no, la verdad– respondió mi mamá –y además me gustaría agotar las posibilidades primero– añadió, pensando que, por una parte, no iba a torturarme más de la cuenta, con aterradoras e incómodas pruebas con ese tema y, por otra parte, que tampoco era tan grave pasársela lavando mis cobijas.

Probaríamos los antiinflamatorios recomendados por un mes, a ver si apreciábamos una evolución meteórica o, al menos, una evolución a secas…

(foto: eluniversal.com)
(foto: eluniversal.com)

Continuará

26 comentarios sobre “Santa Linda de los Llanos

    1. Te confieso una cosa Trufa, pero no se lo digas a nadie… Pospusimos el tratamiento… ¡ya te contaré! 😀

      ¡Un gran lametón para ti y otro para tu mamá! 😛 😛

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    1. ¡Hola Olga Lucía! 😀
      Muchas gracias por tus palabras… Ya pronto continúan mis escalofriantes aventuras. Mientras tanto te envío un lametón bien grande 😛

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    1. ¡Hola Esperanza! 😀

      muchas gracias por tus palabras tan cariñosas y… ¡ya pronto continuamos con nuestras aventuras!

      Un abrazo de mi mamá y un lametón de mi parte 😛

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  1. Primera vez que las leo y que cosas tan hermosas escriben!! Se debe tener mucha sensibilidad para hacerlo de tal forma…. Felicitaciones y un beso a la hermosa LInda…

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    1. Hola Margarita,

      muchas gracias por escribirnos y por tus cariñosas palabras, ¿sabes qué? Mi mamá se puso roja al leerte… Y eso que la autora intelectual de los escritos soy yo 😉

      Gracias por el beso, yo te correspondo con un lametón en la nariz… Y mi mamá con un gran abrazo ¡Bienvenida! 😀 😛

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  2. Hola, soy Luna tengo el mismo problema que tu, llegue a los brazos de mi mamá casi arrastrandome tengo problemas en la cadera (camino raro) y hace unos meses comence a orinar mientras dormia, mis papitos me llevaron donde la doctora y despues de varios examenes nos recomendaron que usara estrogenos de esos que usan las señoras para la menopausia y ahora ya me dejan dormir en la cama con ellos 🙂

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    1. Querida Luna,

      me da mucha alegría tenerte por acá, primero porque me hace ilusión tener una compañera con un tumbao tan espectacular como el mío al otro lado de la pantalla… Llevar en solitario tanto sex-appeal se hace duro a veces. Segundo porque tus papitos me cayeron muy bien al primer golpe de olfato cibernético con eso de que te dejan subir a su cama. Y tercero porque me has dado una idea para un posible diagnóstico. A mí y a otra fan dóbermann que también se orina aunque ella sí camina normalito.

      Muchas gracias por escribirnos. ¡Mi mamá y yo les mandamos un fuerte abrazo humano y perruno a ti y a tus papás!

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  3. Que hermosura!!! me muero de la ternura, me encanto el relato, creo que desde ahora sere una enorme fan de Linda! aca en Canada tienes un amiguito peludo que seria feliz de conocerte en uno de tus viajes! besos a ambas!

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    1. Hola Sara 🙂

      mil gracias por tus cariñosas palabras… ¡ni más ni menos que desde Canadá! Eres la primera fan canadiense que me escribe, le pedí a mi mamá que me mostrara en el atlas dónde queda. Y dime una cosa, ¿mi nuevo amigo en la distancia tiene abrigos y botitas para la nieve o se arregla con su pelo natural?

      Mi mamá les manda un superabrazo a ambos y yo un gran lametón en la nariz 😀 😛

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  4. Me encanto leer tu historia y las travesuras con tu mama, efectivamente pensar en ti y en mis dos peludos me confirma dia dia q la vida con uds es más q divertida y amorosa

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    1. ¡¡¡Sí, Paola!!! Le diste en el clavo, divertida y amorosa… Si no fuera así ¿de dónde crees que iban a salir las historias de este blog?… ¿¿¿y de todo un libro de más de cien páginas??? 😀 😀 😀

      Muchas gracias por escribirnos y… ¡Bienvenidos por acá! Mi mamá les envía un gran abrazo y yo un lametón en la nariz 😛

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  5. Que historia tan bella, Linda. Se nota que eres una ternura de nena, pero sobre todo una sobreviviente. Mis ocho hijos cuadrupedos (5 perros y 3 gatos) y yo nos morimos de ganas de leer tu libro.

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    1. Hola María Edith y familia… numerosísima! 😀

      muchas gracias por escribirnos y por tus hermosas palabras… El libro: nosotras también nos morimos de ganas porque salga a la calle, ¡ojalá esté para la Feria del Libro del año entrante! 😀 ¡Por acá les vamos contando cualquier avance, retroceso y novedad!

      Mi mamá les envía un abrazo grande a cada uno de los nueve y yo un lametón, aunque los amigos gatos no sé si se dejen… 😛

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  6. Que lindo empezar la manana leyendo tan alegre historia.

    Les escribo de USA. Estaba leyendo El Tiempo y vi un articulo sobre Linda. Que lindo gesto humanitario el ayudar a un animal, y darle la oportunidad de tener una vida mas…. humana? animana? jaja… No se!

    Ojala todo le salga bien a Linda.

    PD: Perdon la falta de tildes/acentos. Este teclado es gringo y no puedo pasarlo a Chibchombiano.

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    1. Hola Diana 🙂

      ¡Muchas gracias por escribir! Mi mamá dice que fue su acto más instintivo e irreflexivo en la vida… Y del que está más orgullosa, así que efectivamente ella también duda de si fue un acto humano o de pura solidaridad animal. En cualquier caso a mí me sirvió para cambiar de existencia radicalmente… igual que Lucrecia, que acaba de llegar de la estratosfera…

      Mi mamá te hace llegar un abrazo a EEUU y yo un lametón en la nariz. Y… ¡Bienvenida! 😀 😛

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  7. Hola, gracias por contar tus historias, soy mamá de dos preciosos Doberman y Mystik por una esterilización temprana y dadas las condiciones de su raza, empezó a sufrir de hipoestrogenismo crónico y la verdad no hemos podido dar con una solución, pero con mucho amor encontramos una con mi esposo, sacarla a orinar cada hora y media por mucho y así mantiene más sequita y sino como tu dices lavar seguido sus cobijas, al fin y al cabo si tu hijo está enfermo que más puedes hacer sino atenderlo 😀
    Un abrazo; si llegas a encontrar un tratamiento que no tenga efectos negativos como cáncer, me cuentas myskroh@live.com https://www.facebook.com/MHKMashumanos

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    1. Hola Marcela MHK 🙂

      ¡muchas gracias por escribirme y contarnos tu historia! Parece que el diagnóstico es claro… Algunas de mis seguidoras de cuatro patas me contaron recientemente que ellas toman estrógenos, de pronto eso puede ayudar?

      Un abrazo humano y otro perruno para toda la familia 😀 😛

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    1. Uy, de pronto conoces mi bomba natal… Está en la vía Villavo-Bogotá, está junto a un restaurante, un poco sucia, llena de tractomulas, ¿¿¿si conoces??? 😀 😀 😉

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