Una historia de amor

Coherencia humana

Dedicado a Eco y a María V.

¿Hoy sí contará sus aventuras amazónicas? te preguntarás, con la cabeza pegada al techo de la intriga… En realidad, hoy te voy meter, más bien, en un profundo dilema diet-ético y moral: en lo que se llama, técnicamente hablando, un problemón.

Estás a tiempo de dejar la lectura, poniendo los ojos en blanco y exclamando -¿Qué hice para merecer esto? ¡Esta perra se volvió existencialista!- Pero si decides seguir adelante y tu vida no vuelve a ser la de antes, no digas que no te lo advertí.

En la cama, aquella noche, entre lágrimas, mi mamá apenas prestó atención a ese pensamiento que la asaltó, en todo su esplendor, a la mañana siguiente… frente a sus manos doloridas cubiertas de heridas, frente al dolor de pecho y las toses que tardaron cuatro días en desaparecer, frente a las marcas de los dientes en sus piernas que no sintió hasta que la adrenalina desapareció y frente a la imagen del ojo amarillo de Eco mirándola suplicante mientras lo despedazaban ocupando todo su cerebro:

-Me pongo en peligro a mí y a Linda para salvar la vida de Eco y ¿¿¿luego me como un pedazo de cerdo para cenar???-.

Mi mamá tiene este conflicto casi desde que me conoce: ¿cómo es posible que me sacara de la gasolinera para evitar que muriera de hambre, se dedicara por meses a que recuperara la alegría de vivir, la confianza en los seres humanos, e incluso a que volviera, contra todo pronóstico, a caminar? ¿Cómo es posible que me diera un nombre ¡e incluso un apellido!; me dejara subirme a su cama en las noches frías cuando no tenía incontinencia; que me enseñara a hacer chichí cuando me lo pide, a frenar ante los semáforos y a esperar a la puerta de las tiendas? ¿Cómo es posible que me haya llevado con ella desde Providencia hasta el Amazonas, desde el Llano hasta el Chocó, convirtiéndome en su mejor compañera de viaje; que sea el primer ser a quien consiente al abrir los ojos en la mañana y el último antes de cerrarlos en la noche; que me lleve al veterinario -esto, en mi opinión, se lo podría ahorrar-; que conozca cada gesto y cada mirada mía… y luego coma animales como tú, como Eco, como ella, como yo, que son criados como objetos, como números, como expectativas de ingresos en la industria de la carne? Animales que son mutilados sin anestesia cortándoles los rabitos, los cuernos, el pico, arrancándoles los dientes, para quitarles cualquier posibilidad de defensa y no se autolastimen en su desesperación, se maten entre sí en su encierro o ataquen a sus carceleros. Animales que son privados de su capacidad de movimiento, de la luz y el calor del sol y de cualquier gesto afectuoso a lo largo su vida, para, antes o después -en función de lo que puedan aportar a la humanidad- ser sacrificados y acabar en tu plato en forma de pollo a la broaster, caldo de costilla, jamón serrano o chicharrón?

Seguro que a las cerdas atrofiadas de comida que vimos en Panaca, en el Quindío, en el Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria; seguro que a esas marranitas, y a los millones de marranitas que viven mordiendo o golpeándose la cabeza contra los barrotes de sus jaulas en granjas a lo largo y ancho del globo durante todos los años que son productivas, también les encantaría salir a pasear todas las mañanas, olisquear los árboles, escarbar la tierra, revolcarse emitiendo gruñiditos de placer y darse carreras con el hocico al viento…

Seguro que a las vacas que pasan su vida siendo inseminadas artificialmente cuando acaban de dar a luz, para tener parto tras parto y producir leche destinada a su ternero de manera continuada, también les gustaría que las dejaran disfrutar de sus bebés en lugar de arrancárselos para llevarlos al matadero si son machos -o para convertirse en fábricas de leche, si son hembras-, de manera que tú y los tuyos puedan tener su leche para el desayuno. Y seguro que les gustaría envejecer siendo las consentidas, las reinas de la casa, durante los veinte años que dura su vida… en lugar de acabar siendo levantadas por una grúa, introducidas en un camión, y colgadas de un gancho desolladas a la tierna edad de cinco años, cuando ya no producen tanto, o el riesgo de que mueran de infección en el útero, y ya no sirvan, es cada vez mayor.

Pero ¡necesitamos leche para crecer!… Y resulta que, cuando mi mama se fue con mi hermana de dos ruedas, Milady, a recorrer Asia, dejándome cuatro meses en casa de sus tíos, descubrió que los asiáticos no vuelven a tomar una gota desde que se destetan de sus mamás. Igual que yo y todos mis amigos en el parque; de manera que parece haber muchos otros alimentos que contienen calcio, ya que las mujeres asiáticas no sólo no sufre de osteoporosis, sino que son las que menos síntomas de menopausia sufren en todo el mundo.

Lo que sí hacen algunos asiáticos es comer perro: en Vietnam mi mamá vio a muchos de mis hermanos, con la misma estampa peluda y colmilluda -incluso del mismo color-, amarrados de las patas con alambre a las motos de camino a los platos de alguna celebración familiar. La primera vez casi se cae de la bici de la impresión. Allá son perros, en lugar de lechonas, lo que se expone rostizado con una manzana entre los colmillos, en los mercados dominicales. También vio cachorros peludos, iguales a los que aparecen en las páginas de adopciones o en los videos de ¡Feliz semana! de todo el mundo occidental, de camino al matadero, igual de asustados que lechones, pollos o terneros en la misma situación en nuestras granjas. Si no me crees puedes encontrar terroríficas imágenes de esto que te cuento, en internet.

Ese conflicto constante, las informaciones obtenidas de algunos videos, conversaciones con varios de sus amigos, no llevaron necesariamente a ningún cambio sustancial en su alimentación, aunque muchas veces se acordó de que mi papá Steven era vegetariano con una alegría difícil de describir, siendo un gran glotón, y pensó en seguir ese camino de amor y generosidad que transitaba como homenaje a él. Pero la idea se perdió muchas veces por la inercia, la comodidad, la pereza, la dificultad de negarse a un placer momentáneo, la mamera de ir contra corriente, incluso las dudas acerca de querer asumir tal compromiso y, sobre todo, por no identificar ese sabroso pedazo de carne con un ser con personalidad, carácter, y deseos propios que se aferra a la vida, igual que Eco, igual que ella, igual que tú y que yo; un ser al que también le hubiera gustado tener una bonita familia, pasar los veranos en una finca de naranjos en España, remojarse las cuatro patas al atardecer a la orilla del mar… ¡e incluso tener su propio blog!

Desde el día que saludó a Eco, cosido de la cabeza a la cola, posando la magullada mano en su cabeza, consiguiendo así que dejara de gemir por unos instantes, mi mamá no volvió a comer carne ni a tomar leche que no sea de avena, arroz, almendra o kamut. También se suscribió a un boletín de “Mercy for Animals” con alternativas dietéticas y está deseando desempacar sus libros en nuestra nueva casa para poder consultar sus recetas vegetarianas. No sabe si será capaz de mucho, o de poco, sólo sabe que quiere cambiar muchas cosas en su dieta y que con cada comida tiene la posibilidad de empezar de nuevo si está comiendo lo que no quiere.

Desde ese día me la paso como una aspiradora por las calles de Teusaquillo buscando huesos por la calle porque no volvió a complementar mi concentrado con las delicias que tanto me gustan por su objeción de conciencia a entrar en la carnicería. Yo, con estos colmillos, con este metabolismo, y estos genes de lobo no puedo renunciar fácilmente a a la carne pero tú… ¿qué tal andas de coherencia humana?

20 comentarios sobre “Coherencia humana

  1. Hace poco menos de un año, empecé a tener el mismo dilema diet-etico y cada vez estoy más convencida de que éticamente lo correcto es eliminar, o al menos reducir, nuestro consumo de carne, aún estoy tratando de alinear mis convicciones éticas con mis costumbres dietéticas.

    La verdad no es un camino fácil, así que felicitaciones para tu mamá!

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    1. ¡Muchas gracias Diana! Aunque mi mamá todavía no se considera merecedora de grandes elogios sobre ese particular… Porqué será tan difícil combinar ética y dietética si son casi, casi la misma palabra? 😉

      ¡Mi mamá y yo te mandamos un gran lametón de impulso para alinear tus convicciones desde acá! 😀 😛 😛

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  2. En cuanto a este respecto, yo sólo puedo aportar que la persona que encuentro más coherente a este respecto es un amigo que decidió que el sólo comería seres que el fuera capaz de matar con sus propias manos. De seguro sabia que no podía matar una vaca o un cerdo, pero por ejemplo sabe que puede pescar y/o matar un insecto, con los pollos todavía no ha tenido la oportunidad de intentarlo, así que por lo pronto se abstiene…

    En general es cierto que no necesitamos comer tanta carne, los sitios dónde la gente es más longeva comen carne sólo una o como máximo dos veces por semana, y la industria alimenticia es una cosa aberrante. Yo creo que en este particular pesa más el cómo que el qué; por ejemplo ya hay estudios que demuestran que si las vacas son reconocidas individualmente, dándoles un nombre y un trato más ‘humano’, son mucho más productivas que las que tu Mamá cuenta, es decir, si diéramos a los animales el espacio y las condiciones para que tuvieran una buena vida, no tendría objeción en participar en el ciclo de la vida y recibir los regalos que la naturaleza nos da a través de ellos. El asunto es que es muy difícil saber si lo que comemos es realmente tratado ‘humanamente’ o no…

    Y pues a tu Mamá mucha fuerza en el intento, y a tí Linda, paciencia, ya encontrarás la forma de llegar a esos huesos 😉

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    1. Querido Lowfill,

      entonces tu amigo debe ser un gran aficionado a las hormigas culonas de Santander… y a los capullos de cucarrón como los que probó mi mamá en el Amazonas. Siguiendo esa tesis que planteas, a ella no le costaría el más mínimo esfuerzo volverse vegetariana, vegana, o incluso alimentarse del aire.

      Ya tendrás ocasión de comprobarlo en las fotos del viaje… 😉

      Mi mamá y yo te mandamos lametones desde Bogotá 😛 😛 😛

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  3. Hermosooooooooo!!! yo estoy en proceso de dejar la leche y los huevos… es complejo porque también se requiere un nivel económico que lo permita. Sin embargo nunca tuve que ver un vídeo del sufrimiento animal para saber que es algo super importante… cada que entraba a una carnicería me daban ganas de vomitar, sin embargo volví a entrar porque mi perro Copo se pone mmalito de su panza y hay que darle caldo de pollo, yo como humana no como, pero el si mantiene su insitinto… Dile a tu mamá que con el solo hecho de que ella no coma carne no solo salva uno, sino millones de seres vivos al año.

    Gran mensaje y gran lección, también dile que en FB hay un grupo que se llama veganos y vegetarianos en Bogotá y que allí puede encontrar consejos, peleas, y directorios de restaurantes, son muchos y en todas partes del mundo alguien conoce al menos uno.

    Éxitos sieeempree»!!! ❤

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    1. Querida Ángela,

      muchas gracias por los ánimos para mi mamá… ¡y también por reconducirla a la senda del bien y explicarle que un perro vegetariano es como un día sin sol! 😀 Ya se apuntó de una vez a esa página que recomiendas. De pronto acaban compartiendo pronto recetas 😉 😛

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  4. Hola Linda, dile a tu mami que debe tomar la decisión y meterse de cabeza de una, no puede ser en tonos grises. Yo llevo dos años siendo vegetariana y lo hice por ética, soy voluntaria en un albergue de perros y gatos y llegó un día en el que después de ver tanto sufrimiento al que los humanos sometemos a estos seres, no pude comer más carne. Es difícil sobre todo cuando tu circulo cercano no lo es, pero que debe tener voluntad, al final aprenden a respetar tu decisión y ya por ejemplo en diciembre me hacen un asado especial para mi y hasta comen de mis mismas cosas. Yo tengo 3 perrhijos y ni modo me toca comprarles carne y concentrado, ellos son carnívoros por naturaleza y yo no puedo someterlos a un cambio de dieta a estas alturas de su vida. Sería contra natura, o sea que no se sienta culpable porque te la da a ti, eso si que al principio te la dé cruda, porque cocinártela, le va a hacer dar ganas de comérsela, jeejejejeejejejeje. Ella que viene de la Madre Patria, hummm, que no vaya por ahora: si yo que ya llevaba casi los dos años de ser vegetariana, fui y casi me voy de cabeza entre tanto jamón serrano.
    repítele que no va a ser fácil, pero que se aferre de sus convicciones y recuerde los ojitos de Eco y así tomará de nuevo fuerza. Que no se enloque haciendo recetas raras y todos eso, porque le puede coger pereza a la cocina y puede ser peor porque se puede enfermar, que la tome con calma, va a ver que puede cocinar lo mismo solo que sin carne, el sazón lo pone lo natural, que no le falte el tomate, la cebolla y el ajo en su nevera!
    ¡Cuídate mucho y cuida a tu mami! Un gran abrazo para ambas.

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    1. Querida Lina,

      ¡muchas gracias por escribir! 😀 Adivinaste de lleno, mi mamá se siente capaz de todo sobre todo ahora que realmente comenzó con todo el impulso del caso, tal como recomiendas, pero se le ponen las piernas flojas pensando en el jamón serrano. ¡Y vamos a visitar a mis abuelitos en mayo! En cuanto a las recetas raras… ella es del género perezoso, es decir, con que consiga ampliar un poco su menú se da con un canto en los dientes.

      Muchas gracias por tus consejos: ¡creo que a partir de ahora encontraré muuuuuuuuchas más lentejas entre mi arroz y mi concentrado! 😀

      Un gran lametón mío y otro de parte de mi mamá 😛 😛

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  5. Muy chevere leerte Linda. He dejado de comer tanta carne, ademas de reemplazarlo con mas verduras y frutas….pero pero, me pertuba porque aun tengo una doble moral con el tema, me refiero a ciertos platos tentadores.

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    1. Querida Yulissa,

      creo que te encuentras ante una de las cosas más difíciles de la vida, más que dejar de fumar (yo, por ejemplo, no podría hacer semejante locura) así que tranquila, que ya llegará el momento en que lo veas claro. O no, mi mamá se pasó así meeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeses y meeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeses exactamente así como describes -ella es además una tremenda glotona-, antes de que esa experiencia la acercara más que nunca a dar el paso. Y creo que debes tener muy presente que no es cuestión de sentirse mal, y cada comida es una nueva ocasión de empezar si llegara el momento en que te decides 😉

      Un abrazo muy grade de mi parte y un lametón de mi mamá 😀 😛

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  6. Realmente…. ya vi por donde venia el relato y no segui leyendo…. este fin de semana tengo frijoles rojos con chicharrones tipo bandeja paisa y no piennnso tener sentimiento de culpa…voy a disfrutarlo y luego ne tomare una atorvastatina . Besos Princesa… Linda Guacharaca buena vida

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    1. Querida M9nica,

      ¡de seguro eres la única de mis fans que pudo contenerse de seguir leyendo! 😀 Semejante fuerza de voluntad es lo que desearía mi mamá a la hora de hacer deporte, de organizar su tiempo, incluso para este nuevo proyecto, por cosas como las que mencionas.

      Muchas gracias por los besos, los deseos y… ¿¿¿Qué es una atorvastatina??? 😉 😛

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      1. Holaaaa Princesaa Guacharacaa que lindo que me hayas escrito…me encanta tus aventuras. Atorvastatina es un medicamento pa las descocadas de 60 años …como yo que ni dejamos ni la carne ni de comer chicharrones….pa mantener controlado el colesterol. A eso te demuestro queee naaa de fuerza de voluntad :p . Fuerteee abrazo a tu mamiii y cuenta como vas con tu incontinencia.

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      2. Querida Mónica,

        te cuento que yo también tengo una farmacopea para las descocadas de 60 años, sólo que a mí me pilló algo más joven: mis drogas para la incontinencia se llaman Bladuril y Bladder Support. La primera es muy fuerte por lo que mi mamá todavía encontró la situación extrema en la que considere necesario dármelo. La segunda es natural pero tan gigantesca que tendría que anestesiarme para lograr que me la trage, por lo que, por el momento, andamos capeando el temporal con los pañales, lavadoras y mucho cuidado… ¡y nos va bastante bien!

        Muchas gracias por preguntar 😀 😛

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  7. Linda! Mientras espero los relatos amazónicos… Y te imagino por la selva en tapa-rabos… colgada de los árboles al mejor estilo de tarzán.. Le mando contigo un gran abrazo y mucha fuerza para continuar con su objetivo alimenticio. Aunque no quiero pensar que por andar ocupada con sus nuevas recetas vegetarianas no ha actualizado su blog!

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    1. Querida Presidenta,

      sólo hay un «pero» a esa imagen tan idílica y tarzaniana que describes… y es que yo no tengo rabo. Los medios cocos quedan muy grandes para mis múltiples pares de tetillas, por lo que tuvimos que improvisar otra indumentaria algo alejada del imaginario colectivo, pero también muy útil ¡Ahora mi mamá tendrá cargo de conciencia cada vez que ensaye sus lasagnas de vegetales sabiendo que te estarás comiendo las uñas hasta la primera falange muerta de la curiosidad por ver las fotos! 😀 😉 😛

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  8. Linda hermosa,
    Dile a tu mamá que me identifico completamente con sus reflexiones -quiero decir, con las tuyas respecto de SU dieta. Yo llevo varios años en las mismas… como cada vez menos carne, la verdad es que le he perdido el gusto por todo lo que pienso cuando la veo. Procuro enriquecer la dieta y variarla… aunque dile que también la entiendo porque después del tercer día seguido de falafel se empieza a acabar el repertorio… no se qué tan radical pueda ser yo, en realidad admiro a mis amigos vegetarianos y más a los veganos. Pero creo que hacer conscientes esos hábitos y procurar que sean amables con los animales que nos alimentan (como comer huevos de gallinas de granja) es un gran paso. O por lo menos eso me digo yo.
    Rasca panza y abrazo.

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    1. Sí Jimena, claro que es un gran paso, porque cada uno de los bípedos que conozco actúa como faro para los demás bípedos y ayuda a mostrar otra cara, a mostrar que también es posible, a crear conciencia… Cualquier cosa en esa línea contribuye, es importante. Quizás un día te llegue el momento, quizás no… Mi mamá vivió en la contradicción muuuuuchos meses, y ese día sintió que quería dar el salto. Y ¿sabes? tras dos semanas largas no extraña la carne en absoluto, pero sí piensa que comerá algo de pescado… y huevos de granja :). Y seguramente jamón ibérico de bellota de cerdos criados en libertad cuando pongamos nuestras patas en España.

      Desde luego no es perfecta pero… ¡hace lo que puede! 😀

      Un gran lametón para ti y muchas gracias por escribirnos 😛

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  9. Querida Linda: Tu mami ya dió el primer y gran paso, ese deseo de no participar más en esa cadena, lo importante es que sepa que eso es un proceso y debe ser gradual, debe contar con una buena asesoría nutricional y hoy en día existen numerosos sitios de internet con recetas ágiles y sencillas, además se consiguen productos casi listos en muchos sitios (Hasta existe lechona que se llama popurrí y es deliciosa!). Según ví, ya le indicaron una página en face muy buena donde encuentra muchos restaurantes en Bogotá e incluso otras ciudades. Yo llevo casi 6 años y puedo decir que para mi ha sido sencillo, poco a poco se va perdiendo el gusto por ciertos sabores y ya después ni se toleran. Casi siempre he encontrado que la gente va dejando carnes rojas tipo res y cerdo, luego aves y finalmente pescado y mariscos. A mi me ayudó mucho pensar en lo que estaba comiendo, además del ser vivo y sintiente, pues estaba ingiriendo cadáver (con todos los procesos de descomposición que son inherentes a todo ser vivo apenas cesa su vida)… Como médica te puedo decir que soy una persona sana y que rebato a muchos colegas que dicen que la proteína animal es indispensable para el ser humano, hay muy buenos estudios que demuestran lo contrario. PD Otro tema son nuestros animales de compañía, ellos son carnívoros por naturaleza, la tía de mis niños que es bióloga dice que una cosa es nuestra decisión personal y otra imponerles a ellos lo mismo.
    En fin, a tu mami le enviamos ánimo, cada vez somos más y que recuerde: Con calma y un día a la vez!!! Abrazos a las dos, lametazos de Shifu (un ancestral, tranquilo y sabio Shitzu) y de Navidad (una gata criolla joven, asilvestrada y con mucho carácter)

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    1. Queridas Dianaluh y Navidad, querido Shifu, ¡se ven divinos en esa foto, todos posudos y con los mismos ojos brillantes de marcianos que mi hermana Lucrecia!

      Te cuento que, para su gran sorpresa, efectivamente, a mi mamá, pasadas tres semanas de aquel día, ni siquiera le apetece ahora comer cosas con las que antes de le hacía la boca agua -que incluye cerdo, vaca y pollo- si bien intuye que con el pescado y el marisco será otro cantar… particularmente cuando lleguemos a España y entremos de lleno en la cultura de la comida de mar. Y del jamón serrano. Por eso se alegra mucho de leer que sus apetencias siguen los cánones de la normalidad según lo que describes. También está muy contenta de que sea toda una doctora la que le diga que es una dieta sana y la que le diera la idea de consultar un/a nutricionista. Por mi parte, yo muevo la cola como un ventilador porque sea una bióloga con todas las de la lay la que apoye mi causa de comer carne siempre que pueda 😀

      Intuyo que Navidad y yo tendríamos una relación como el coyote y el correcaminos si llegáramos a compartir el mismo techo ¡El correcaminos sería yo! 😀

      Un abrazo grande de agradecimiento y muchos lametones para toda los tres 😀 😛 😛 😛

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