Sólo nos costó dos intentos salir de Bogotá en el bus de Libertadores destino Duitama y eso que me empeñé en subirme a los asientos justo en el momento en que el ayudante pasaba contando los pasajeros.
Por suerte mi mamá no me dejó… De otro modo no estaría ahora contándote mis espeluznantes aventuras por Boyacá.
Los primeros días estuvimos en casa de la mamá de Anabel.

Esto, en realidad, no tiene nada de espeluznante salvo para mi mamá que, pese a las advertencias sobre los problemas que puede conllevar, en mi pata suelta, una subida de peso, veía cómo mis raciones de sopa iban en aumento a medida que iba afinando mi estrategia: sentarme frente a la señora Martha con mirada suplicante como un perrito de la calle más cuando salía a repartir sopa a los perritos de la calle y, acto seguido, sentarme frente a la señora Martha con mirada suplicante, como un perrito de la casa más, cuando alimentaba a Igor y a Nena, ambos bastante por encima del peso ideal para modelar en pasarela.
Anabel que, hasta entonces, no me había visto en mi faceta más manipuladora, no daba crédito:
-¡Ésta Linda es todo una actriz! ¡Impresionante! ¡Parece una pobre muerta de hambre que no comió en días!-.
Pero no fui yo la única que recibía un plato tras otro. Mi mamá también, hasta el punto de convencerse que la casa de la mamá de Anabel era donde tenía que llegar si quería recobrar las vagas redondeces que tenía antes de dejar la carne.
Además de comer, también paseamos por los alrededores de Santa Rosa de Viterbo.



Entonces fue cuando, durante una eterna bajada desde 4000 metros de altura desde el Páramo de Pan de Azúcar, nuestra compañera de aventuras se hizo daño en sus patas, que están tan torcidas como las mías debido a que, a sus cinco años, no quiso acercarse a los aparatos ortopédicos con los que pretendían corregirle la forma de X (debe ser cosa de la edad porque, casi con sus mismos años, yo tampoco quiero acercarme a la verdura).
Por eso tuvo que quedarse en casa descansando, mientras nosotras continuábamos solas.

Tras hacer algunas compras e intercambiar muchos besos y abrazos, la mamá de Anabel nos dejó, con una lonchera para mi mamá ¡y otra especial para mí!, en la buseta, rumbo a…
Duitama, Sogamoso y finalmente: ¡La laguna de Tota!
Continuará…
Hola hermosa, espero con ansías tus aventuras. Boyacá es hermosa. La conocí hace poco, estuvimos en el Cucuy, sin los cuadrúpedos :(, pero nos divertimos y disfrutamos mucho. Que chévere, te espero …
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Querida Lina, a mí tampoco me llevaron al Cocuy, no me fuera a dar por correr a 5000 metros de altura, me diera soroche y me cayera patas arriba por no avisar 😉 De momento solo corro a los 4000 en páramos por todo el país 😉
Te mando un gran lametón aventurero 😛
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Hola preciosa …tus aventuras siempre nos encantan..Lorenza y yo nunca las perdemos… Ahhh y Nena esta hermosa y muy bien cuidada..lo cual nos alegra mucho..pobrecita Linda ..jeje..erase una pobre linda sin nadita que comer.. Te queremos mucho Linda .besitos a ti y Mami!
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Sí, queridas Mary y Lorenza… Esa es una cara demasiado infalible que tengo muy ensayada de los tiempos de la gasolinera 😉
¡Les mandamos un gran abrazo y un lametón más grande todavía desde Boyacá! 😀 😛
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Linda estas hermosa en tu cuenta de instagram..toda una modelo de playa!! Felicitaciones por estar a tono con la tecnologia..un beso enorme y saludos a mami!
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Hola, qu buen paseo ese! Podrías compartir información de como ir al Páramo Pan de Azucar? Me gustaría llevar a mi amo por allá para sacarlo de su compuatdor en Bogotá..
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Querido Max,
¡Qué intenso el vínculo de los papás y las mamás con sus computadoras! ¿Será que acabarán quitándonos el título del «mejor amigo del humano»?
Para corretear entre frailejones tienes que ir a Santa Rosa de Viterbo y allí caminas montaña arriba en la dirección que te indiquen, el camino es muy claro, aunque bastante largo… La otra opción es pedir a alguien en el pueblo que te lleve en camión (con carro no llegas hasta arriba ya que la carretera no es pavimentada y está muy dañada en algunos tramos). ¡El camino hasta allá es espectacular! 🙂
Y si quieres mi mamá te puede dar el teléfono de un amigo de Anabel que es guía por allá y se conoce la zona como la pata de su almohadilla. Se llama Freddy.
¡Un gran lametón de bienvenida para ambos! 😛
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mi mejor momento del día siempre es leer una nueva de tus aventuras!
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¡Su comentario me hizo jadear de la emoción! 😀 Muchas gracias Fruna, Silvia, Niño y Orión y les mando un gran y poético lametón 😛
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