Una historia de amor · Viaja con tu bíped@

Dar, o no dar la pata…

Tras una larga noche sin pegar ojo pesando en Naomi, la diosa de ébano, a la mañana siguiente encaminamos nuestros primeros pasos hacia la veterinaria del pueblo.

Allá nos dijeron que el animal no tenía remedio, que algunos turistas habían dejado plata para darle baños medicados y que no se había podido hacer nada por él, hasta el punto de solicitar permiso a Sogamoso para eutanasiarlo ante el riesgo de provocar una zoonosis y prenderle la sarna a los niños del pueblo.

Mi mamá, experta en casos perdidos, lejos de achantarse, compró varios pares de guantes y una cuerda con la que confeccionar una correa artesanal. A continuación nos dirigimos al parque, donde se encontraba el objeto de su desvelo -y la causante de que no me parara tantas bolas esa mañana-, buscando su desayuno y encontrando caras de asco en su lugar. Cuando la turista acompañada de la perra amarilla con pañoleta se acercó, con sus guantes y su salchicha, dispuesta a grabarle un video para que la viera mi hada veterinaria, la pobre diabla se convirtió, por primera vez en su vida, en el centro de atención del pueblo que la vio nacer.

Fue durante sus cinco minutos de gloria que descubrieron que, entre las tetillas inflamadas, como el resto de la piel, asomaba un pipí.

En ese momento Naomi pasó a llamarse Brad: Brad Pitt.

-Lo han intentado envenenar varias veces pero el berriondo no se muere, no se come el veneno- explicaba un vecino.

-… O no le hace efecto- señalaba otro, insinuando poderes diabólicos acordes con su look.

-Ya murieron varios perritos en el pueblo por comer el veneno destinado a él-, recordaba un tercero.

-Pobrecito, pobrecito- decían las vecinas, las mismas que lo habían visto por años mendigando pan a la puerta de la panadería y pasado de largo.

El asombro de mi mamá iba en aumento: tenía ante sí a otro auténtico superviviente, otro caso extremo de resistencia y apego a la vida, otro milagro perruno, igualito que yo… Solo que con las piernas derechas.

Durante los paseos que dábamos por el pueblo, él no quitaba ojo a la bolsa plástica que siempre colgaba de la muñeca de mi mamá, mientras que los vecinos le regalaban “chites” así como aspavientos para alejarlo, y eso que caminábamos los tres juntos por el centro de la calle… hasta el punto en que ella saltó, como si le hubieran mordido hormigas amazónicas en la cola, en un par de ocasiones.

-¿Qué le habrá hecho el perrito desde tres metros de distancia? ¡Déjelo en paz!-.

Su preocupación iba, también, en aumento: era imposible llevar dos canes de tamaño mediano en un bus, ni siquiera disfrazando a Brad de bebé. Su aspecto espantaría a cualquiera, incluso envuelto en una cobija. Algunas personas que sondeó para preguntar por un carro -personas que me quieren y valoran mucho lo que hizo conmigo-, le recomendaron, sin embargo, que lo pensara bien.

-El mundo sería un lugar más bonito si no pensáramos tanto- replicaba ella.

-Pero ¿qué vas a hacer con él?-.

-Sacarlo de aquí y curarlo; luego ya veré-. El hecho de que en pocos días voláramos a España por un par de meses no la achantó en lo absoluto: tú no sabes lo que es mi mamá cuando se le mete algo en la cabeza… por eso casi nunca se pasa por la mía el desobedecer.

-Pero no te preocupes, si el perro está bien ahí-.

-Eso es lo mismo que decir que Linda estaba bien en la bomba-, respondía, con las lágrimas quemando al borde de los ojos, extrañando intensamente a mi papá Steven, quien hubiera venido, divertidísimo, a recogernos, si ella lo hubiera llamado contándole que necesitaba su ayuda para transportar un nuevo “Lindo”.

Ella, que generalmente alberga los mejores sentimientos hacia sus congéneres, ese día se sintió muy desilusionada hacia el género humano. Sentada en el parque frente a la iglesia -conmigo pegada a su flanco intentando insuflarle ánimos y rodeada de los perros callejeros que ya nos habían incluido en su manada- observaba a los fieles salir de misa, saludarse, sonreírse, y sacar a patadas a esa criatura sufriente que se acercaba, con mirada suplicante, con la esperanza de que le arrojaran algo de comida.

Sin carro que la ayudara ya no hacía falta convencer al Alcalde, al veterinario o a la persona más accesible del hotel para que nos dejaran un espacio en el que mantener al tercer pasajero a la espera del transporte.

Y, para rematarlo, Brad, deshabituado por completo del afecto humano, no tuvo mejor idea que mostrarle los colmillos en el momento en que, tras tres días de acercamiento a base de pan y salchichas, mi mamá se aventuró a posar una mano suavemente sobre su cabeza.

Este asunto no iba a ser, definitivamente, tan fácil.

Esa es la cuestión…

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Continuará

18 comentarios sobre “Dar, o no dar la pata…

  1. Ay, me hicieron recordar cuando con mi manada nos fuimos a vivir a un pueblo muy cerca de Bogotá y creí que era un uso saludar «chite», tanto que ya dejé de usar el conocidísimo «buenos días» por «chite, señora», «chite, me vende un litro de leche, gracias» y así… Ánimo chicas, sé que Brad en poco tiempo estará muy bien, por experiencia hace 17 años recogí con mi madre un chow chow de aspecto similar al de Brad, al que todos lo «saludaban» como en ese pueblo y hacían comentarios desobligantes sobre su apariencia, sobre todo quienes eran aferrados a cierta religión; dos meses más tarde nuestro Brad era Albert, Albert-Jita, el perro más querido del sector. Murió hace casi 6 años por la comida envenenada que dejaron para matar a otro sobreviviente a Coraje 😦

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    1. Chite Bib,

      ¿Albert era con quien hablabas por teléfono cuando no estabas en la casa?

      Ojalá Brad desarrolle también esa competencia para cuando mi mamá se vaya de viaje, porque yo solo bato la cola y nadie sabe si es porque entiendo o por la emoción de oler el auricular nuevo.

      ¡Les mandamos muchos lametones y muchos chites para toda la manada!

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  2. Hermosa, Brad tendrá mejores épocas. La esterilización es la solución. Que impotencia tanta indolencia. Amitraz, muchos baños de Amitraz. Un beso hermosa …

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    1. Eso iba a decir, Amitraz es perfecto para solucionar ese problema de piel de tantos años, y mucho afecto, sin afecto es muy difícil que ellos superen estas enfermedades, pues por experiencia propia la depresión en ellos hace que eso se vuelva «incurable»…

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      1. Querida Yandely,

        el caso es que nadie sabe qué tiene, todos hablan de sarna pero sin analizar su piel no sabemos… Por eso queremos llevarlo a Bogotá, para que mi hada veterinaria lo pongas patas arriba y lo examine de arriba abajo y lo de la vuelta como una media. Seguramente le toque bañarse muuuuchas veces con algún champú apestoso de esos que me provoca salir corriendo ¡Pobre Brad!

        Por la parte afecuosa, cuando mi mamá me deje acercarme a él, prometo darle muuuuucho besos y golpes de pata para jugar 😀

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  3. desahuciado por una sarna!! de verdad que hay veterinarios facilistas! linda! tu sabes que yo conozco muchísima gente que rescata animales! si aun necesitas algo cuenta conmigo, tengo contactos en boyaca y en casi todo el país que podrían ayudar!!

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    1. En realidad lo desahuciaron por «sarnoso» y por transmitir la toxoplasmosis a los niños del pueblo :O Parece tratarse de otro caso de veterinario que se ganó el título en el Baloto, porque hasta yo sé que eso no se transmite por mirarlo… ¡ni siquiera por tocarlo! 😉

      Les mando un gran abrazo y muchos lametones.

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    1. Me alegro de que haya alguien que se dé cuenta, querida Liliana… 😉

      Para empezar la perspectiva de compartir la atención de mi mamá no hace que aplauda con las orejas de contento; como además se le erizan los pelos del cuello y respira entrecortado cada vez que me lo acerco, ya entendí que ese sujeto debe tener algo por lo que, con mi precario sistema inmune, no me debo acercar… Así que lo miro a una prudente distancia hasta nueva orden de mi mamá 🙂

      Te mando un graaaan lametón 😛

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  4. Linda, a mi hijo peludo llamado dominic tambien lo encontre en el estado de bratt y con baños diarios de amitraz y muchisimo amor se curo y hoy preciso hoy cumplimos tres años de amarnos. Saludosba tu mami y espero que tenga un final feliz esta aventura.

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    1. Querida Diana, querido Dominic,

      me alegro mucho de conocerlos y de que sigan mis aventuras 😀

      Ojalá Brad acabe tan hermoso y peludo como tú, compañero, aunque la perspectiva de baños diarios me produce tembladera y castañeo de colmillos.

      Y, sobre todo… ¡Ojalá lo encontremos y se deje coger!

      Le mandamos un gran lametón en la nariz para cada uno 😛 😛

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    1. Querida Diana,

      no pudimos venir los tres a Bogotá y ahora estamos planeando el viaje para recoger a Brad… Esto no es una historia, sino todo un novelón que, esperamos, se resolverá esta semana. ¡Mantén las orejas bien paradas! 😀

      Un gran lametón 😛

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  5. Yo sufro de rosacea, una enfermedad cronica de la piel que muchas personas sufren. Que tal que nos dijeran chite, o que nos desauciaran por eso. Animo Linda. Orare para que tu y tu mamita puedan ayudar a Brad. Esos perritos sufridos terminan siendo los mejores para quienes los aman.

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    1. Querida María,

      si quieres podemos hablar con mi hada veterinaria para que te haga baños medicados durante meses como piensa hacerle a Brad en cuanto caiga en sus garras ¡Seguro que quedan ambos bien suaves y peludos! y (casi) nadie les dirá «chite» nunca más… 😀

      Te mando un gran lametón en la rosacea 😛

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  6. Increíble…los seres humanos ..algunos no todos.. Son especies extrañas.. Quizás por ello los extraterrestres ni se atreven a venir a este planeta.. Esa palabra chite..es típica de mantecos ..gente que destila ira..como tu mami dice que le esta haciendo el pobre perrito?? Los asiduos de ciertas iglesias profesan el «amor» yo diría el odio..comprendo s tu mami Linda ..el dolor de ella también es mio..solo de ver la foto de ese pobre perrito..

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    1. Querida Mary,

      los humanos son ciertamente extraños, como dices… Fíjate que no tienen cola. En lugar de bajarla, erizando los pelos del lomo, utilizan ese famoso sonido -«¡chite!»- cuando no quieren que les huelan. Yo espero que los extraterrestres sí la tengan, para hacer la comunicación interespecies más fácil.

      Por suerte también hay muchos humanos que se dejan oler sin problemas, ¡y que hasta te palmean la cabeza! Ojalá Brad pueda conocer pronto tantos como ahora conozco yo 😀

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