Una historia de amor · Viaja con tu bíped@

De rescatada a rescatista

Supongo que la emoción de conocer todos los detalles de mi primer rescate te habrá tenido sin dormir en las últimas noches. Por ese motivo, en primicia y exclusiva, acá va el making-of, para que puedas descansar, por fin, tranquil@:

A medida que nos aproximábamos al pueblo de Monguí, la ansiedad iba in crescendo: Anabel tiene malos recuerdos de infancia allá y no pensaba regresar jamás. Mi mamá imaginaba la cara del equipo de salvamento si, tras cuatro horas de viaje, el perro más buscado de Colombia no aparecía o se le escapaba delante del hocico. Y yo, oliendo que habíamos llegado, sólo quería saltar fuera del carro… Igual que Ángela de Cali, que optó por desaparecer a la búsqueda de un baño antes de que la explosión de su vejiga echara por tierra nuestros planes.

-¿¿¿Es ese???- preguntó, alborozada, Anabel, cuando avanzábamos por el parque central hacia la panadería.

-Sí, ¡sí! ¡Es él! ¡¡¡Es él!!!- reía mi mamá, viendo la inconfundible silueta negra, encorvada, husmeando al pie de la iglesia.

Tras una semana ideando estrategias, todo se decidió espontáneamente en el último segundo: mientras mi mamá se dirigía decidida nuestro objetivo, seguida de mí, con una correa y todos los cebos posibles en mano, Anabel dibujaba un amplio círculo, con objeto de entrar en acción si nosotras fallábamos.

Cuando nos encontramos frente a frente en la panadería, mi mamá no titubeo un instante y le lanzó la correa cuando se acercó al reconocer a su antiguo dispensador de comida.

La correa rebotó contra la bolsa que llevaba colgando de su muñeca.

Quien estaba a punto de convertirse en mi nuevo amigo oficial, en lugar de huir despavorido por el bolsazo de pan en plena cara que acababa de recibir, se quedó frente a ella pestañeando, intentando entender qué había pasado.

Segundos más tarde estaba tragando salchicha de la mano de todo el equipo de salvamento y… ¡dejándose tocar!

Como entendí que se trataba de un acontecimiento histórico, me mostré todo lo digna que pude frente al hecho de que nadie me hiciera caso y me limité a mostrar mi mejor perfil para la posteridad a la espera de un momento más propicio para hacerme con un pedazo.

Ese momento llegó cuando, lo condujimos, con cierta resistencia, hasta el carro. Para entonces había pasado casi una hora desde que lo atiborraran a pastillas con tranquilizante con objeto de que se dejara trasportar; pastillas que, por otra parte, no le hicieron ningún efecto… No sé de qué te sorprendes, si ya habían intentado matarlo varias veces con veneno en el pueblo y allí estaba, vivito y coleando. Y ¡cada vez coleaba más contento!

Esperando que hicieran efecto las pastillas comiendo merengón
Esperando que hicieran efecto las pastillas comiendo merengón

Una vez junto al carro, mi mamá le mostró una salchicha entera desde un lado con la esperanza de que abalanzara a cogerla, y quien se abalanzó fui yo, poniéndome en medio en el momento en que Anabel intentaba ayudarlo con un empujoncito a subirse a la silla.

Al segundo intento, mi amigo dio un aullido tal que Anabel, asustada, y lo soltó en el acto pensando que lo había lastimado.

Entonces, viendo nuestras intenciones, comenzó a mostrar los dientes.

Por eso tuve que prestarle mi bozal.

No es que me diera pesar, ni nada por el estilo, de hecho por mí puede quedárselo para él solito; pero me dolió que nadie me consultara sobre el particular.

Al atárselo, se le resbaló hasta el borde del hocico… Evidente: mi perfil es muuuuucho más fotogénico y telescópico.

Tras hacerle un nudo de emergencia y lograr subirlo al carro, por fin todas las miradas se dirigieron a mí.

-Hop, hop, Linda- decía mi mamá desde el asiento trasero, señalándome el baúl.

El bozal, bueno; las salchichas, pase… Pero ir en el baúl mientras todos van delante… Eso no tiene nombre; así que ¡hop! de un salto entré al baúl y ¡hop!, de otro caí encima de Monguí y de todos los restos biológicos de su piel infectada en el asiento trasero, junto a mi mamá.

¡Te he dicho que no te acerques! No llevas guantes, ni ropa ¡No tienes casi defensas!¡¿Quieres acabar también como una punk?!

Definitivamente, es mucho más chévere ser rescatado que rescatista… En aquella ocasión no sólo fui yo quien recibió toda la comida, sino que mi mamá viajó conmigo en el baúl de la camioneta de Steven todo el trayecto desde los Llanos orientales sin respirar, ya que pasé todo el trayecto tirándome unos pedos tan nauseabundos, que seguramente sean los causantes de que pierda sus celulares y sus llaves en la actualidad.

Frente a semejantes argumentos no me quedó otra que pasarme las siguientes cuatro horas entre maletas, sumida en el ostracismo.

Por su parte, mi mamá tampoco recibió riego sanguíneo en el cerebro durante este viaje. Todavía no tenemos certeza sobre las secuelas de tal sobredosis de secreción sebácea reconcentrada, si bien suponemos que a partir de ahora comenzará a olvidar, también, sus citas médicas.

Eran casi las diez de la noche cuando llegamos a la ciudad. Anabel y yo nos fuimos volando a casa (mi mamá había olvidado llevar mis medicinas, que tenía que haber tomado hace horas), mientras ella y Ángela de Cali conducían al forastero al que sería su primer hogar en Bogotá: el hospital veterinario.

Nuestra nueva amiga había sufrido un robo de sus retrovisores hacía escasos días, por lo que se le erizaban los pelos del cogote ante la perspectiva de adentrarse en calles oscuras y solitarias. Mi mamá, como mayor damnificada por la falta prolongada de oxígeno, no recordaba dónde era. Por suerte, con la bocanada de aire fresco que recibió al bajarse del carro en una gasolinera, se le ocurrió parar un taxista, quien las guió hasta la puerta.

Mi Hada veterinaria nos recibió, sonriente, en ropa de deporte.

-¡Tan chévere que venga hasta la clínica a estas horas!- pensaba, agradecida, mi mamá, mientras, entre ambas, cargaban al paciente envuelto en sus sábanas -ahora sí, completamente anestesiado- y se despedían, con un abrazo, de Ángela…

Sobre la camilla, el «rescatado» se veía tan demacrado, enfermo y desvalido que mi mamá se estremeció ante la posibilidad de que hubiera sobrevivido al veneno en su pueblo natal, para acabar muerto por sobredosis de tranquilizantes a su llegada a la capital. Sin barajar esa opción, mi equipo médico discutía sobre los posibles diagnósticos: sarna, hongos, elefantismo, el síndrome del macho afeminado o el de hembra con demasiada testosterona, enfermedades metabólicas, un tumor… Pero, de todo eso, lo que la dejó completamente fuera de juego fue lo siguiente:

-Pero, este perro… Mira sus dientes ¡¡¡este perro tiene lo menos doce años!!!-.

-¿¿¿Qué???-.

Mi mamá tiene, lo que se llama, «ojo clínico»…. En las calles empedradas de Monguí vivía toda una institución, otro milagro para la Ciencia veterinaria, igualito que yo. En el taxi de camino a casa, agotada, algo abatida, y muerta de hambre, mi mamá extrañó, una vez más a mi papá Steven. Él la había acompañado en su primera odisea y además había sido el experto en apellidos perrunos hasta el momento.

-Monguí Matusalén- pensó -¿que te parece?- interrogó a la oscuridad de la noche sin estrellas.

Nadie en el pueblo prestó mucha atención a la escena que se desarrollaba aquel domingo en el centro del parque. Tampoco nos cruzamos con ninguno de nuestros conocidos, ni fuimos a buscarlos… Supongo que desde el lunes sólo el veterinario, el personero, el tenebroso encargado de la oficina de turismo, la panadera y pocos más repararían en que, en su pueblo, todo seguía igual, igual salvo en una cosa:

“La española” había cumplido su palabra.

El perro negro que los acompañó por más de una década ya no estaba.

24 comentarios sobre “De rescatada a rescatista

  1. Gracias mil gracias, estaba esperando el desenlace inicial de este rescate…. Yo también me puse en el lugar de tu mamá al extrañar a su gran amigo en esta situación y la entiendo perfectamente, en mi corazón anhelo que desde el cielo él este dándoles todo su amor, y tú Linda te has portado como toda una dama y tu mamá se debe sentir orgullosa de ti, esperemos que Mongui encuentre todo lo que tu tan afortunadamente has encontrado…. Sigo pendiente de todas tus historias.

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    1. Querida Olga Lucía,

      mi papá venía conmigo en el baúl, por eso fui tan tranquila todo el trayecto :D. Estoy segura de que siguió toda la aventura desde el cielo, recordando viejos tiempos, toteado de la risa y mandándonos todo su cariño desde el cielo sin estrellas. En estos momentos debe de andar cerca de la clínica de Monguí… 😉

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  2. Qué lloradera!!!! tanto de alegría como de tristeza. Increíble la indiferencia de la gente, cómo es posible que sea tan viejito y estuviera tanto tiempo enfermo y nadie en ese pueblo, ni la gente que lo vio antes, hiciera algo para ayudarlo 😦 😦 😦 y aparte de todo, el encargado de turismo de ese pinche pueblo diga, sin ruborizarse, que lo han intentado envenenar antes. Y que el veterinario diga que no tenía solución y que lo iban a eutanasiar. Cuánta negligencia y cuánta maldad, no lo puedo creer. Gracias Linda, mamá de Linda, Anabel y Ángela de Cali (suena bien, jajaja) por rescatarlo y por fin, poder darle una vida digna a este abuelito que tanto ha sufrido en las calles, ustedes son ángeles. Toda mi admiración para ustedes. Yamila, si el cielo existe, te lo ganaste hace rato. Besos y abrazos!!!!!!!!!!!!

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    1. Querida Martha,

      junto al bando del encargado de turismo crucificado, con el veneno y la eutanasia, había otro bando: el de los turistas y restauradores de la cúpula de la iglesia que lo alimentaban y que incluso dejaron unos pesitos para su tratamiento. Parece que incluso le dieron un par de baños, sabe dios con qué. El efecto fue que Monguí no se dejara coger ni por las curvas -yo haría exactamente lo mismo- y que la infección siguiera su curso sin nadie que realmente estuviera pendiente…

      Lo más increíble de esta historia es que el día que mi mamá preguntó a los paisanos por él todos hablaban de «la perra de por ahí unos dos años» 😀

      El equipo de rescate al completo te da las gracias por tus hermosas palabras y te manda un gran abrazo… y yo, además, un súper-lametón en la nariz 😛

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  3. Realmente muy emocionante, pienso que Mongui sabía que lo espera una mejor vida, por eso se dejó atrapar fácilmente y se comportó como todo un príncipe. Linda como siempre tan colaboradora, su mami, Anabel y Angela de Calí, unas verdaderas heroínas de corazón gigante, las respeto y admiro por tan noble labor, esperamos la próxima entrega para saber el estado de salud de Monguí. Un abrazo para todo el equipo

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    1. Querida Faysule,

      ¡qué alegría encontrarte por acá! 😀

      yo creo que, además de eso, también quedó noqueado por el aroma a pan de una semana que mi mamá le lanzó a la cara sin querer… Seguramente valoro mucho ese gesto, aunque el pan fuera recubierto por una bolsa.

      Próximamente estaré ladrando, en primicia y exclusiva, el parte médico antes las cámaras de televisión de todo el país 😀

      Te mando un gran lametón en la nariz 😛

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  4. El comentario de Martha define la crueldad que sufrio el perrito…por otra parte este relato estuvo como tragicomedia.. Linda..tu mami es un ser de otro mundo..el de los seres bondadosos..seres en los que se confia de una..seres que pocas veces nos encontramos en esta vida!! No olvidamos a Anabel y Angelita quienes también hacen parte de ese mundo de bondad.Espero que el perrito se recupere ..si ya sobrevivio a lo peor..lo mas justo es que viva tranquilo y feliz lejos de la maldad de algunos humanoides! Besitos de Lorenza

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    1. Quridas Mary y Lorenza,

      ¡muchas gracias de parte de todo el equipo de rescate bípedo-perruno, y muy particularmente de parte mía y de mi mamá!

      Estoy completamente de acuerdo contigo: ella es un ser de otro mundo… ¡imagínate que no le gusta revolcarse en pescado podrido! 😀 😉

      Les mandamos un gran lametón 😛

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    1. Querida Trufa,

      ya pronto te cuento el parte médico… Esperemos que no sea tan largo como el mío, porque es agotador recitarlo 😉

      ¡Les mandamos muchos abrazos llenos de pelos amarillos en la ropa y muchos lametones! 😛

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      1. Ya me actualicé en el veredicto de la odontologa o veterinaria o lo que sea 😜 Ojalá estuviera cerca para sacar a pasear Monguí!

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      2. Querida Trufa,

        sí, a ti te pilla casi tan «cerca» como a nosotras 😉 😛 Es veterinaria pero una odontóloga no le vendría nada mal, tiene varias muelas partidas por la mitad…

        Les mandamos un gran lametón 😛 😛

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      3. ¿Sí? ¡Tan «chévere», como se dice por acá!

        Si de casualidad ya hubieran llegado la patas largas y la narigona podrían venir a verme las tres 😀

        Me cuenta Sumercé, estaré muy pendiente de sus noticias.

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  5. Excelente crónica! Creo que Monguí Matusalén sabía de alguna forma que ese día iba a cambiar su vida y por eso la relativa facilidad de su rescate. Un gran aplauso a las rescatistas! Me reí mucho imaginándome a Linda en las escenas que describes.
    Linda sigues disfrutando España? un abracito de 4 patas te manda Oreo!

    /Erika.

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  6. Holaaa. No sé lo de la edad puede ser un falso negativo, jejejejeje. Nosotros tenemos unos perros que nos trajeron de la WSPA cuando se rompió el canal dique del Río Magdalena, eran de Campo de la Cruz en el 2010 y aunque los perros eran jóvenes, sus dientes estaban súper desgastados o les faltaban piezas. Algunos de ellos fueron adoptados, pero la mayoría siguen aquí con nosotros. Nuestros veterinarios (o Hadas) dicen que se debe a que como vivían en la calle, comen muchos palos y hasta piedras, o los mismos huesos que se encuentran y eso hace que la dentadura se les deteriore más rápido que a un perro que vive en una casa o albergue. puede que no este tan viejito, además, él esta lleno de sorpresas… Un beso hermosa.

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  7. Linda, mamita y a quien le interese, aquí les dejo esta joya: https://youtu.be/jXWJGhWPuzk
    Es un perrito muy famoso en Suecia, se llama Arthur, un criollito del Ecuador que rescató un deportista extremo y que se lo trajo a vivir acá… es una hermosa historia 🙂 muy conmovedora… este es el instagram: @mikaellindnord

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  8. Hola Erika.Ese vídeo lo vi hace algún tiempo.. Es hermosa la historia de Arthur..y casualmente es muy parecido a su papi..o papacito que lo rescato.. De Suecia para el mundo otro ejemplo como el de nuestra Linda!

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