LindaGuacharaca · Una historia de amor

La esperanza es lo último que se pierde

¿Ya pensabas que me había librado de mi examen cardiológico?

Eres demasiado optimista. Mi mamá olvida celulares en todos los rincones de Colombia, pero jamás olvida darme una pepa, de modo que ¿cómo iba a olvidarse de este gran evento en el que, tras depilarme las axilas para poder ponerme unas frías pinzas de acero, un médico y varios asistentes iban a ver cómo bombea mi corazón -del doble del tamaño habitual- en todo su esplendor?

Para que no se te paralice el tuyo te revelo, en primicia y exclusiva, los sorprendentes resultados de la prueba:

Contra todo pronóstico, mi corazón no sólo no sufre ninguna patología, sino que además está más fuerte que el de Michael Phelps y el de todos los siberianos que arrastran un trineo de 500 kilos juntos. Su hiperdesarrollo se debe a que, los meses que pasé en una esquina de la gasolinería, se encargó de bombear el poco oxígeno que producían los escasísimos nutrientes que recibí por todos los rincones de mi maltrecha y quebrada anatomía. Gracias a su sobreesfuerzo no morí de frío en las noches ni tras los aguaceros a la intemperie; gracias a su trabajo casi todos mis huesos rotos se soldaron; gracias a él me mantuve aferrada a la vida hasta aquella noche de febrero en la que llegaron mis papás.

Esto explica que mi pecho se parezca al de Pamela Anderson después de ponerse implantes: no solo tuvo que compensar la debilidad de mi tren trasero en aquella época en que mi mamá me llevaba a subir montañas desoyendo todos los consejos médicos, sino que tiene que albergar un corazón gigante…

… Tan gigante como mi instinto de supervivencia.

corazon

7 comentarios sobre “La esperanza es lo último que se pierde

  1. Ayyy, menos mal, estaba llena de angustia. Que bueno que puedas seguir adelante acompañando a tu mami por cada aventura (loca) en la que te mete. Cambiando de tema, ¿quiubo de Mongui?

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