Bendita inocencia
Nunca había sido tan feliz, a la par que tan cándida, yendo al veterinario. Cuando salimos a la calle, mi mamá enfila por la 45 derechita hacia ese lugar de ensueño llamado la Universidad Nacional: un paraíso donde los señores uniformados de la puerta me saludan sonrientes cuando paso trotando, con una sonrisa que no me cabe… Sigue leyendo Bendita inocencia